06 octubre, 2007

(II Marcha Cicloturista Internacional Ciudad de Valencia – 105 KMS) No sólo de correr vive el hombre

Como 20 años que no corro en bicicleta más de 100 kilómetros seguidos. Hace tres meses que me había inscrito a esta prueba, con serias o no muy serias intenciones de entrenarme.

Conforme se iba acercando la fecha me invadían los miedos: Seré capaz de estar sentado en un incómodo sillín cinco horas? Irán todos con bicis de carretera y yo el único de montaña? Habrá mallot (aquí dan mallot) de mi talla? Etc..

La semana de la marcha decido inscribirme en un torneo de tenis que casualmente se disputa el mismo día pero por la tarde. Dicha inscripción con premeditación y alevosía me obliga a no disputar la marcha ciclista en su totalidad, claro ,para no ir cansado o con agujetas al tenis, así que me planteo ir a por el mallot que lo dan antes de la salida, ver el ambiente y rodar con todos los ciclistas hasta que me apetezca.

Me levanta a las 6 y media con un par, me preparo la bici, la bebida y la ropa y me dirigo con mucha tranquilidad hacia el P aseo de la Alameda donde se iniciará el tema.

Recojo el mallot y se disipa una de mis dudas. Pequeño. Marcando michelines me avituallo con barritas energéticas, isotónicas, fruta que han puesto por la salida. Mientras tanto regueros de corredores van llegando siempre en grupetos, yo solito, que penita me doy.

Dando pedales calentando me veo a Alberto y Oscar, ellos no me ven y será por eso que no me saludan.

Algo más de tres mil corredores ya estamos preparados para la salida que se retrasa unos minutos, con unos silencios por un par de ciclistas fallecidos recientemente por accidentes y unas palabras de Oscar. Alberto no habla. Son Pereiro y Contador.

Tal como en las carreras de correr con los pies salgo en los últimos lugares, sabia decisión visto el nivel.

Mientras avanzamos aún por el interior de la ciudad estoy buscando un grupo que se me acople a mi ritmo, en bici es fundamental no ir solo. Durante esta busqueda se va viendo algunas bicis de montaña, muy de montaña que no tardan en quedarse atrás.

Nada más enfilar la autovía hacia el saler ya he dado con mi grupito, cinco bicicletistas más bien veteranos liderados por el Sr. Paco que seguro que sobrepasa los 70. Pues yo a quién me pongo a chupar rueda? Al Sr Paco. Llevando un ritmo que yo jamás suelo llevar en mis salidas subimos los puentes de las vías y el cauce del río,yo sin enterarme apenas de las subiditas. Echando la vista atrás se ven lo que deben ser coche escoba y ambulancias y no muchos ciclistas entra la cola y nosotros por lo que deduzco que mucha de la gente que pasé en los primeros kilómetros no ha salido de la ciudad.

A cola de mi grupito van pasando los kilómetros y siento tal comodidad que me hace replantearme si volverme cuando lleguemos al Saler o intentar la machada de la marcha completa, voy pedaleando y dudando, El saler queda atrás, sigo pedaleando y dudando, El Palmar queda atrás, el ritmo de mi grupo me va dando confianza, si ellos pueden yo también, poco antes de llegar al Perellonet ocurre lo fisiológicamente esperado. Ellos son mayores y ya están pensando que donde paran a mear; “en la curva de siempre” dice uno; “vale” dicen otros; “dónde será eso” pienso yo. Mi duda no tarda en disiparse, paran y me quedo rodando solo. Es la pequeña excusa que me falta para darme la vuelta, espero a la próxima rotonda y de nuevo hacia Valencia. Ahora sí, muy solo, con la velocidad media muy por debajo de la ida, pero sintiéndome contento porque he aguantado a un ritmo muy superior al esperado más tiempo del esperado. He de volver a La Alameda, más que nada por mi fianza del chip, sino me quedaba en casa y me ahorraba casi 10 kilómetros, pues lo dicho, Alameda, mis 10 eurapios y para casa a descansar que esta tarde toca paliza de tenis. Han sido algo más de 50 Kilómetros, que para mi ya está bien.

El año que viene a ver si engaño a alguien y me planteo hacerla entera. Palabra de Miguel. Te alabamos Miguel.

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